El domingo 15 de diciembre la comunidad de Flor de Bastión en Guayaquil, Ecuador, fue escenario de una nueva masacre que ha conmocionado al país. Según informes locales, “siete personas perdieron la vida, incluyendo cinco miembros de una misma familia”, mientras que varios niños resultaron heridos en el ataque. Los sicarios, que llegaron en motocicletas, irrumpieron en el hogar y abrieron fuego indiscriminadamente.

Los detalles son desgarradores: “dos personas intentaron huir, pero fueron perseguidas y asesinadas en las inmediaciones”. Videos que circulan en redes sociales muestran a niños heridos en el suelo, mientras adultos intentan brindarles ayuda. Esta situación refleja la creciente ola de violencia que afecta a Guayaquil, una de las ciudades más peligrosas de la región.

La Policía Nacional ha llegado al lugar para resguardar la escena y comenzar las investigaciones pertinentes. Este trágico evento se suma a un contexto de inseguridad que ha llevado a que la ciudad esté bajo estado de excepción. Aunque las cifras oficiales indican que las muertes violentas han disminuido un 18% en comparación con el año anterior, el número de homicidios sigue siendo alarmante, superando los seis mil en lo que va del año.

Los vecinos han compartido su angustia, relatando que “los agresores escaparon disparando al aire para evitar ser seguidos”. Es un recordatorio doloroso de la realidad que enfrentan muchas comunidades en Ecuador.